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El Tren de Aragua: La banda hamponil mas temida en Venezuela

Comenzó como un sindicato de trabajo de un prometido -y no cumplido- ferrocarril. Pronto se corrompió con el cobro ilícito de comisiones. Y, al ser desactivado, sus miembros descubrieron en la extorsión la garantía de sus finanzas. Hoy son más de 500 aliados que secuestran y asesinan. Hasta los cuerpos policiales reciben ultimátum. Esta es una de las bandas de delito organizado más temidas del país. Su principal centro de operaciones apunta hacia un solo sitio: Tocorón.


No se han convertido en los carteles colombianos. Por ahora. Ni tienen el poderío de la mafia mexicana. Tampoco el de la cosa nostra italiana. Ni cuentan con los millares de sanguinarios que conforman la Mara Salvatrucha salvadoreña.
Sin el despliegue brutal de estas organizaciones, aún así, el Tren de Aragua –una de las bandas criminales de factura criolla más temidas– ha sembrado el miedo en el centro de Venezuela.
Tan solo hace un año, el comisario Luis Ollarves, entonces jefe de la región central, admitía su creación, cuando, en relación con esta banda, daba a conocer la posición del CICPC.
“No permitiremos que nadie siembre zozobra, miedo y terror en la comunidad”, expresó el funcionario en aquella oportunidad refiriéndose a las acciones que emprendería en contra de El Tren de Aragua. Sin embargo, en la actualidad, la banda continúa más vigorosa.


Según la promesa policial se dispondría de hasta 800 agentes para erradicar la organización delictiva. Todo el plan se ejecutaría con “mano dura”, según los lineamientos ordenados por Tareck El Aissami, el gobernador para la época.
Más allá de esos anuncios, el Tren de Aragua parece sacar de su ruta a quien se le enfrente. Por un lado, se recuerda el traslado del comisario Ollarves al estado Bolívar y, por el otro, el nombramiento de El Aissami como vicepresidente de la República, que ameritó dejar la entidad aragüeña.

¿Las organizaciones delictivas en Venezuela están ganando la batalla? No hay respuestas certeras sobre ello. Lo que sí luce exacto son las estimaciones del Observatorio de Delito Organizado, que da cuenta de 67 bandas activas en el territorio. De ese total, 25 están vinculadas con el narcotráfico. Otras 42, con el secuestro y la extorsión. En este último grupo está clasificado el Tren de Aragua.

De acuerdo con el abogado criminalista Fermín Mármol García, el objetivo del Tren de Aragua es idéntico al de otras: Obtener enormes ganancias económicas que permitan el crecimiento y, también, el aumento de su poder.
Para el especialista en seguridad Erlyn Carvallo, la entidad delictiva posee equipamiento que supera al de los cuerpos policiales. Y para engrosar sus filas, recluta entre la población más joven.

Un líder con 500 aliados

En casi todas las bandas que presuman de organización existen los esquemas internos de mando. Están los “soldados”, que cumplen las órdenes. Y está la cúpula, con un gran líder o pran.


“Ciertamente, necesitas un líder con suficiente fuerza que ejerza el monopolio de la violencia dentro de la banda para generar justamente los patrones de respeto requeridos para cohesionarla”, reconoce el sociólogo Luis Cedeño, director de la asociación civil Paz Activa.

De hecho, el centro de operaciones de El Tren de Aragua, ubicado según expertos en la penitenciaría de Tocorón, cuenta con una estructura que con el tiempo ha venido fortaleciéndose. Con un mandamás al frente. Este, desde el “encierro”, maneja un ejército de aproximadamente 500 aliados. Hombres y mujeres. Al menos, la mitad trabajaría de forma directa con los delitos de extorsión y secuestro.

En el caso de esta megabanda criolla, Erlyn Carvallo explica que el secuestro opera sobre el apoyo de varias instancias: “Quien secuestra –llamado pegador– nunca siempre actúa solo sino en grupo. Una vez realizado el trabajo, entrega su ´trofeo´ a los posibles `guardadores` y `enfriadores`”.
Los denominados ´enfriadores´ también se cuentan por decenas. Pueden resultar familias completas, en cuyas casas se disponen de sótanos, donde retienen a sus presas. “Todo esto ocurre en presencia de menores de edad”, lamenta.
Entre los involucrados con el Tren de Aragua intervienen los ´gariteros´, lugareños que funcionan como vigilantes de la zona. Puede ser un vecino distante o alguien cercano a quien, en la calidez de la comunidad, se acostumbra a dar los `Buenos días´. Por lo regular, la encomienda la ejecutan muchachos menores de edad.


“Esta organización cree funcionar como un Robin Hood de los pueblos, es decir, un benefactor que, con el dinero extorsionado, compra la conciencia de la comunidad, evitando así ser delatados”, diagnostica Carvallo. “Esto lo hacía Pablo Escobar en Medellín, Colombia”.

Miembros del Tren de Aragua presumen en las redes sociales de las armas que usan. Foto tomada de Facebook
El sociólogo Cedeño ataja que no toda la comunidad se involucra espontáneamente en las acciones delictivas, sino que se adapta a una coexistencia en aras de sobrevivir al riesgo del peligro.
“Muchos de los esquemas de estas bandas se basan en la extorsión y, por supuesto, los afectados tienen que pagar vacuna para llevar adelante su actividad económica”.

Por qué se llama tren

El nombre lo hace suyo un pseudo sindicato que trabajaba en la construcción del tren, hace 15 años, cuando comenzó la fallida obra.
En su primera fase de funcionamiento, este medio de transporte uniría al estado Aragua con  Carabobo y luego con parte de los llanos de Cojedes y Guárico. La obra estaba tutelada por el Instituto de Ferrocarril del estado Aragua.
Su objetivo era el traslado de mercancía, bienes y alimentos a las entidades centrales del país y conectar con la capital venezolana.
“Resulta que este sindicato empezó a delinquir con el cobro de comisiones por puestos de trabajo”, formula una cronología Erlyn Carvallo. “De ahí pasaron a la extorsión de contratistas y a las empresas de proveedores de materiales con cobro de comisión por entrega de materiales”.
Así, la construcción del tren, que apuntaba a convertirse en una de las obras referenciales de la gestión del fallecido Hugo Chávez, se transformó en un foco de corrupción.



Los miembros del sindicato, con tanta permisividad, fueron creando ramificaciones, supuestamente, gremiales. “Al ver el atractivo económico, la extorsión se acentuó y cuando había resistencia de los perjudicados, estos fueron forzados a través de la amenaza de sicarios. Tanta aberración dio paso a lo que es hoy esa organización”.

Carvallo analiza que la maquinaria humana de la obra del Tren, conformada por cerca de 1000 personas, fueron estableciendo sus propias reglas.
“Al quedar desactivados empieza la necesidad económica y aumenta el movimiento de extorsión y cobro de vacunas a grandes hacendados de la zona. Así es como se garantizan su estilo de vida”.
La situación de riesgo no se ha quedado en un solo sector. Ahora alcanza a las fuerzas policiales, a las cuales, de acuerdo con Carvallo, intentan sacar de sus zonas de residencia (San Casimiro, San Vicente, La Villa) con amenazas de exterminarlos si no obedecen.
“Esta modalidad criminal significa una grave problemática”, dice. “La ciudadanía se mantiene en jaque y atemorizada. Sus miembros son personas desalmadas, con una gran carga de violencia cuando cometen el delito. Tienen sangre fría para ejecutar homicidios y violaciones sin ningún tipo de remordimientos”.

Ahora bien, ¿por qué continúan las acciones del Tren de Aragua si está tan identificado? Carvallo responde que “la banda delictiva ha encontrado los atajos para llegar, a través del dinero ilícito, a la compra de conciencia, incluso de altos funcionarios públicos. Por eso, en el Estado recae la mayor responsabilidad, porque es el facultado, como ultimo órgano de contención, que puede dar soluciones contundentes y definitivas”.

Para este especialista de riesgos, resulta inadmisible que una organización como el Tren de Aragua se maneje con una sala situacional desde la cárcel.
“Posee, además, conexión de Internet, desde donde revisan las redes sociales de sus potenciales víctimas. También obtienen, por esa vía, números telefónicos de las personas a las cuales les interesa llegar. Tienen aliados en distintos organismos del Estado (CNE, Saime y telecomunicaciones) de donde obtienen información. Esta sala es manejada por un pranato carcelario. Ese pranato carcelario tiene claro que no hay delito exitoso sin una buena fuente de información”.

Para tomar en cuenta

Aumente su privacidad en el uso de las redes sociales.
No exponga bienes ni datos que revelen el estilo de vida familiar.
Eleve en su entorno la sana malicia. Es decir, esté alerta.
De recibir algunas llamadas de extorsión denuncie en la Dirección de Extorsión y Secuestro del CICPC, ubicada, en el caso de la capital, en el municipio El Hatillo.
La denuncia crea un precedente y posibilita la activación de mecanismos de investigaciones contra estos grupos.
Si la persona extorsionada accede al pago, la víctima está garantizando, al menos, cinco próximas llamadas de extorsión, creándole un atractivo a estos grupos hamponiles.

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